En el Bondi

 

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viernes, octubre 29, 2004

¿?

El otro día mientras esperaba el 161 en Belgrano me pasó algo muy loco. Este bondi tiene 2 ramales: uno que va para Villa Martelli, y otro para Florida. El último es el que me tomo yo para ir a mi casa, por eso cuando vi que se acercaba uno con el cartelito de "Martelli", seguí leyendo mi libro sin prestarle más atención. Unos segundos más tarde, el bondi para al lado mío, y se abren las puertas de adelante. Levanto los ojos del libro y me encuentro al colectivero mirándome. Lo que siguió fue este diálogo rarísimo:

Colectivero: ¿y? ¿vas a subir?
Yo: ... ¿a mi me hablas?
Colectivero: sos la única en la parada.
Yo: si, pero yo no te paré.
Colectivero: estás en la parada del 161. Este es un 161.
Yo: bueno, pero yo estoy esperando el de Florida, y vos vas a Martelli. Aparte, ¡no te paré!
Colectivero: ¿vas a subir o no?
Yo: ¡No!

El tipo me mira con cara de orto, como si lo hubiera hecho perder valiosos segundos de su tiempo, después cierra las puertas, y sigue su rumbo.

Si, este post fue "reciclado" de Basket Case... ¿y qué?


Regalo en el 71

Linea 71. Parada de Monroe y Colodrero. 13:15. Subo, y arriba mio sube una chica de unos 17 años, como mucho. Tenía puesto el uniforme de un colegio privado de la zona, bronceada, ojos claros. Sentada en el primer asiento individual, pegado a la máquinita de boletos. Actitud típica de joven niña de colegio privado, yo-me-las-se-todas-y-estoy-rebuena. Actitud de me-llevo-al-mundo-por-delante. Será La Jovencita.

Linea 71. Parada de Monroe y Congreso. 13:17. Sube una chica de unos 17 años, como mucho. Ropa normal, gastada y colores oscuros, de ropa gastada por el sol, opacos. Piel quemada por el sol, pero ese sol que lástima y oscurece, que discrimina. En su mano izquierda, llevaba el un cochecito plegado; en su brazo derecho, a su hijo, un bebe, muy chiquito muy chiquito. Será La Joven Madre.

Con sus dos manos ocupadas, La Joven Madre apoyó el cochecito contra el respaldo del chofer. Maniobraba monedas de 10 centavos. Se le cayeron un par. Las dos jóvenes se miraron. La Jovencita se inclina y recoge las monedas, se las devuelde, se sonrien. Se miran, La Joven Madre le ofrece a su hijo. La Jovencita se queda en silencio, petrificada, pero arquea su antebrazo en una pequeña camita. La Joven Madre apoya a su hijo en los brazos de La Jovencita.

Dicen que los bebes reconocen la incomodidad de las personas cuando no saben llevarlos, cuando no saben sostenerlos. Y lloran, claro. El bebe no lloro, y La Jovencita no dejó de mirarlo mientras La Joven Madre ponía una a una las monedas de su pasaje. Cuando terminó, La Jovencita devolvió al niño a La Joven Madre. Mas miradas, mas sonrisas.

Yo pense que no podía haber seres mas disparas en este mundo. Que nada podría unir a una con la otra.

Fue lindo ver esas miradas, esos cruces de sonrisas. No se hablaron más de dos palabras, pero todo tuvo un sentido pequeño.

Para mí, fue un regalo.

Posteado por Christian a las 7:19 a. m.
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lunes, octubre 25, 2004

Colectivo onírico

Los miercoles tomo el 71 desde mi laburo (Olivos) hasta la facu (Parque Centenario). Salgo a las 14.00 y curso a las 15.00. Entonces, arreglé con el flaco con el que cambio el turno que llegue 13.30, por las dudas. Por suerte, siempre es así, él llega a las 13.30, yo tomó el 71 a las 13.50, más o menos.

Este viaje dura alrededor de una hora (clavada). Un hora. Como ya he dicho en mi post anterior en este lugar, entro a trabajar a las 06.00, por eso me despierto a las 4.30.

Esta información no es aletatora. La idea, mas que nada, es que se den cuenta basicamente que a las 14.00 estoy destruído, con los parpados que me pesan y con un sueño demoledor.

A que voy? Bueno, esa hora de viaje la paso durmiendo. Es increíble como se metamorfosea el asiento de colectivo con mi cama. Generalmente, viene casi vació, entonces me siento en cuanto termine de sacar el boleto de la maquinita. Apoyo la cabeza y listo, duermo, pero duermo "mal", o sea: bien, excelente, como un bebe. A veces incluso, sueño.

Es rarisimo, porque yo siempre me creí de los que son incapaces de dormir en un bondi. Pero no. El destino se preocupo por arrojar mi teoría colectivo-onirica por el suelo.

El sueño dura una hora, que es exactamente lo que dura el viaje. Esto también es extraño. Siempre me despierto cuando falta una parada para bajarme.

Lo cual es genial... pero no deja de ser extraño.

Posteado por Christian a las 6:32 p. m.
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lunes, octubre 11, 2004

Una noche de agosto

"Te acompaño hasta tu casa", le dijo él después de la charla en aquel bar. Y ella respondió: "No, dejá. Yo espero a que venga tu colectivo y después camino la cuadra que me queda, sola. No te preocupes".
Llegaron a la parada del 151. Él se paró en la calle a esperar y ella se quedó al filo del cordón de la vereda, con sus manos en los bolsillos del saco y los hombros elevados por el frío.
Se miraron un largo rato, en silencio. Hasta que finalmente él le dijo: "Gracias" y la abrazó.
Ella se refugió en su cuerpo y lo abrazó también. Sintió cómo el mismo perfume de siempre le rasgaba el alma. Y entonces él la observó y, sosteniéndola todavía, le dijo: "Me muero de ganas de darte un beso".
Ella le respondió que no. Que era mejor dejar las cosas así como estaban, pero él le insistía y ella ya no resistía esa mirada, ese perfume, ni la tentación de volver a probar aquella boca. Una vez. Solamente una vez más.
"Ahí viene tu colectivo!", le gritó. "No me importa, espero el próximo", fue lo último que él pronunció antes de besarla.
Y pasaron dos 151 más. Y un tercero. Y él le dijo: "Por favor, venite conmigo. O vamos a tu casa... no sé. Pero pasemos la noche juntos... por favor".
Ella lo miró y luego vio por el costado de su ojo izquierdo que venía el cuarto 151. Automáticamente extendió su brazo derecho. El colectivo frenó y abrió su puerta delantera.
"Andá".
En silencio, él se subió, sin dejar de mirarla un sólo segundo, hasta que el 151 se perdió por la avenida y ya no pudieron sostener más sus miradas.
Nunca más volvieron a verse ni a hablarse. El 151 se había llevado por siempre la agonía de ese amor. Y cada vez que ella volvía a pasar por aquella parada, sonreía recordando ese último y mágico rapto de pasión.

sábado, octubre 02, 2004

La última vez

-Tomate el 202 cartel blanco que no sea el amarillo porque el rojo te pasea y el que es medio verde bla bla bla bla, que diga "los talas" decile que te avise en Montevideo y 30 y ahí te bajas y ¿sabes llegar desde ahí?

-eh? cartel que? bueno si, si... anoté todo.

Claro que no contaba con mi astucia... me olvidé el papelito con las instrucciones... pero sabía que de alguna manera u otra iba a llegar.

... me tomé uno cartel verde... maldita sea... tiempo después recordaría que no debía tomarme ese...

Vueltas, vueltas y más vueltas, de repente el micro se frena, se apaga el motor. Chan! desconcierto, me saco lo auriculares para escuchar algo y/o interactuar con el resto de los pasajeros... el detalle es que no había "el resto" de los pasajeros, fue en ese momento cuando comprendí la palabra "único" en toda su dimensión, entonces se me da por mirar a la calle, Carlitos Tevez ganaría un premio de mis universo por ese barrio... QUE CARIPELAS DIOS MIO!!!

Pánico, soy demasiado joven para morir, y justamente morir es lo mejor que me podría pasar, no quiero volver a mi casa con una camisa floreada y decirle a mi vieja: "má... me cambio la vida!" con aire de mariposón.
Recé 7 padrenuestros, 3 luzclaritas, 5 destornilladores... lo que fuera para salir de ahí, respiré profundo... y...

El micro arrancó.

Nena, la próxima nos juntamos en mi casa ¿si?

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