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martes, noviembre 30, 2004

Especial larga distancia

Los choferes de los micros larga distancia suelen ser personajes muy copados. Por eso, después de mis últimas vacaciones suelo aconsejarle a todos que se tomen un tiempo para hacerse amigo de esta gente buena onda. Pero ojo! El consejo se aplica a: "sólo de noche"! Paso a contar por qué.
La tarde del 1 de febrero de este año, me subí con mi amiga Sole en el Vía Bariloche que me traería de regreso de mis vacaciones en el Sur. Durante la noche, el micro hizo su parada obligada en Zapala, donde nos bajaron a todos para hacer pipí y estirar las patas acalambradas.
Cuando con Sole estábamos subiendo de vuelta al micro, uno de los choferes y el auxiliar (azafato) nos dijeron: "Ustedes dos son las elegidas de la noche para cebarnos mate. ¿Se copan?". Yo, simpática como siempre, les respondí: "Bueno, délen!". Pero cuando volví a mi asiento me pintó un sueño terrible y le dije a Sole: "Bah, yo me hago la dormida y los choferes que se curtan!".
Cerré mis ojitos y veinte minutos más tarde siento tic tic tic en mi hombro. Miro y era el azafato. "Dale nena, los mates! Venite a la cabina!". Miro a mi izquierda y Sole roncaba profundamente. OK. Me pongo las zapatillas y bajo a la cabina. Era más de la una, todo el pasaje dormía a oscuras.
Me recibieron con un "Eeehehehe, bienvenida! Tomá, acá tenés mate, yerba, bombilla... cebá!" y así arrancaron las rondas.
Después de que me preguntaron la vida y me contaron la suya, nos colgamos a hablar sobre anécdotas de viajes. Justo estábamos atravesando la zona de La Pampa donde la ruta se hace reeeecta, larga, solitaria y aburrida. Y así se entretuvieron durante horas contándome choques que tuvieron con animales sueltos, las camarillas dentro de la empresa y cómo se joden por el radio entre los choferes de los distintos coches a esa hora que todo está tranquilo. Todo esto, mientras me alimentaban con las masitas que habían sobrado del café.
De pronto recordé que, estando en la terminal de Bariloche, habíamos oído un anuncio por altoparlante que decía: "La empresa Vía Bariloche le desea feliz cumpleaños a Ernesto Domínguez, uno de sus choferes", les cuento esto y les digo: "Tienen re buena onda entre ustedes".
El chofer me mira y me dice: "Mirá mi placa". Ahí estaba escrito: "Ernesto Domínguez". Lo saludo... Eeey feliz cumpleaños!! "Nah, es mentira, rubia! Es una jodita que le hice a la minita que habla por el altoparlante!".
Después me contaron la historia de la Luz Mala y otras anécdotas de terror campesino, al mejor estilo noche de campamento. La media hora que yo pensaba quedarme en la cabina se transformó en... tres horas! Hasta que el cansancio me venció, los saludé y me fui a dormir. "Volvé a la mañana, que queremos más mate eh!", me dijeron al despedirse.
A la mañana volví, pero sólo a fumarme un cigarrillo con ellos. Ya estábamos a la altura de Luján, por Acceso Oeste. Y no sé si era la luz del día, la cercanía a la Capital o qué... pero nuestra relación ya no era la misma que la noche anterior. Ya volvíamos a parecer extraños.

En el Bondi © 2004