viernes, octubre 29, 2004
Linea 71. Parada de Monroe y Colodrero. 13:15. Subo, y arriba mio sube una chica de unos 17 años, como mucho. Tenía puesto el uniforme de un colegio privado de la zona, bronceada, ojos claros. Sentada en el primer asiento individual, pegado a la máquinita de boletos. Actitud típica de joven niña de colegio privado, yo-me-las-se-todas-y-estoy-rebuena. Actitud de me-llevo-al-mundo-por-delante. Será La Jovencita.
Linea 71. Parada de Monroe y Congreso. 13:17. Sube una chica de unos 17 años, como mucho. Ropa normal, gastada y colores oscuros, de ropa gastada por el sol, opacos. Piel quemada por el sol, pero ese sol que lástima y oscurece, que discrimina. En su mano izquierda, llevaba el un cochecito plegado; en su brazo derecho, a su hijo, un bebe, muy chiquito muy chiquito. Será La Joven Madre.
Con sus dos manos ocupadas, La Joven Madre apoyó el cochecito contra el respaldo del chofer. Maniobraba monedas de 10 centavos. Se le cayeron un par. Las dos jóvenes se miraron. La Jovencita se inclina y recoge las monedas, se las devuelde, se sonrien. Se miran, La Joven Madre le ofrece a su hijo. La Jovencita se queda en silencio, petrificada, pero arquea su antebrazo en una pequeña camita. La Joven Madre apoya a su hijo en los brazos de La Jovencita.
Dicen que los bebes reconocen la incomodidad de las personas cuando no saben llevarlos, cuando no saben sostenerlos. Y lloran, claro. El bebe no lloro, y La Jovencita no dejó de mirarlo mientras La Joven Madre ponía una a una las monedas de su pasaje. Cuando terminó, La Jovencita devolvió al niño a La Joven Madre. Mas miradas, mas sonrisas.
Yo pense que no podía haber seres mas disparas en este mundo. Que nada podría unir a una con la otra.
Fue lindo ver esas miradas, esos cruces de sonrisas. No se hablaron más de dos palabras, pero todo tuvo un sentido pequeño.
Para mí, fue un regalo.
Posteado por Christian a las 7:19 a. m.
# | |
|